Ya en nuestro viaje en autobús estábamos nerviosos preguntando continuamente cuándo llegábamos, que si íbamos a ver a los leones, a los osos pandas, a los osos pardos...¡puf, qué ilusión teníamos por llegar! ¡Hasta hemos debido aburrir al conductor, porque no hemos parado de cantar!
Ya en el recinto del zoo, la primera sorpresa: ¡nos montamos en el tren! Allí, bien sentados, vimos a los flamencos, a los bisontes, a los rinocerontes, a los suricatas, al tigre blanco y algunos animales más...no parábamos de mover la cabeza de un lado a otro porque en cada rincón descubríamos algo que llamaba nuestra atención.
Al terminar nuestro viaje, como estábamos cerca del acuario, fuimos a descubrir animales acuáticos: caballitos de mar, peces grandísimos, tortugas, grandes tiburones y llegó la segunda sorpresa, ¡había varios peces payaso, como Nemo!
Se nos estaba haciendo un poco tarde para la tercera sorpresa...así que corrimos hacia el delfinario para ver cómo los delfines saltaban, bailaban y empujaban por el agua a sus entrenadores. Aplaudimos como locos todas las piruetas que realizaron.
Después de comer (unos más y otros menos) seguimos la visita a pie. Nos gustó muchísimo ver al koala, al elefante bebé, la leona (el león debía estar escondido durmiendo), los monos y nos encantó conocer al oso panda. Por cierto, es un tragón: se pasó todo el rato comiendo bambú.
Lo más importante es que hemos disfrutado un montón, aunque hemos acabado cansadísimos.
Aquí os dejamos unas cuantas fotos de nuestro viaje
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